Algún comentario derivado de la ignorancia, o de una concepción simplista y meramente orgánica del erotismo, había afirmado que ‘Confesiones de mujeres de 30 ’, un texto de Domingos Oliveira, dirigido por Edu Pericas, y ágilmente interpretado por Meritxel Huertas, Anabel Totusaus y Ota Vallés, no tenía nada de erótico. Curiosa opinión. Basta medir el porcentaje del texto, abrumador.
Esta pieza cómica, montada sobre monólogos a veces individuales y otras tripartitos, se ha presentado con lleno absoluto durante el pasado fin de semana en el zaragozano Teatro de las Esquinas. Las tres actrices catalanas se desenvuelven como pez en el agua en medio de bromas, alusiones, sugerencias, dobles sentidos y juegos de palabras muy atinados en general, utilizando la común circunstancia de su edad y de su situación como mujeres independientes y liberadas para ofrecer una muestra bastante próxima a la realidad que hoy se vive en nuestro país respecto a la actitud que buena parte de las mujeres adultas mantienen en sus relaciones interpersonales.
La actuación se divide en dos partes claramente diferenciadas por la escenografía. La primera transcurre delante de unos biombos y en ella cada una de las protagonistas va exponiendo sus criterios y contando sus historias, a veces conectadas con las otras dos, sin más recursos que los gestos y las palabras, bien aguzadas las últimas con mucho desparpajo para provocar la risa permanente del espectador.
En un momento determinado, cae el biombo que ocupa la parte central del escenario, aparentemente de modo accidental, lo cual provoca una nueva fase en la comedia en la que van integrándose otros elementos escenográficos, sobre todo un nuevo personaje femenino mudo que es objeto de chanza y supone contraste y paréntesis antes de que se inicien los preparativos para una cita conjunta de las tres mujeres que en breve saldrán camino de una fiesta compartida; fiesta que se presume de alto voltaje etílico y erótico.
Los chistes y las ocurrencias de la primera parte se completan ahora con ese pequeño argumento que mantiene el tono de la comedia y le da mayor consistencia hasta llegar a una despedida lógica cuando las tres mujeres salen de marcha.
A pesar de la simpleza de la propuesta, hay que destacar la gran capacidad de empatía con el público, con el que las actrices interactúan en ocasiones, así como la propiedad del lenguaje utilizado que, aun siendo explícito y adecuado al tema, mantiene los márgenes de dignidad que evitan lo burdo, lo grosero, el mal tono y la malsonancia con que a veces se abordan las historias o las alusiones eróticas sobre el escenario y en la pantalla.