lunes, 16 de marzo de 2015

Desayuno con diamantes, de Almudena Guzman (eldiario.es) Poema corto

Os marcháis a trabajar y aquí nos quedamos nosotros bajo el arresto domiciliario del paro.
El café es amargo en Europa.
Cuando lo hay.
Y la cama sin hacer una metáfora de la vida
(Desayuno con diamantes, de Almudena Guzmán)

miércoles, 11 de marzo de 2015

Vivir con frustación es el peor sentimiento que se puede tener.

La frustación es a veces, por desgracia, parte de la vida, hay veces que tenemos sueños que no se van a poder cumplir, pero cuando tu vida la gobierna las frustración puedo asegurar que es el peor sentimiento que uno puede tener, cuando la infelicidad incluso por circunstancias externas a nosotros nos viene impuesto y uno se siente atrapado en un circulo vicioso en el que uno le es demasiado complicado salir.

Quiero reinvindicar nuestro derecho a ser felices y  cumplir nuestros sueños, la frustación es un sentimiento que nunca nos debe gobernar nuestra vida, es normal que puede que  no cumplamos algunos sueños,  lo que no es normal es una vida llena de frustaciones por tanto de infelicidad impuesta, no es admisible ni justo una vida así, es uno de las peores sensaciones, por eso cuando quieren ponernos murallas, hay que derribarlas cueste lo que nos cuente, nadie puede imponernos la infelicidad, todos tenemos derecho a ser dueños de nuestras vidas, de nuestro destino por tanto y luego después acertaremos o nos equivocaremos.

Ojalá esta reflexión que quiero hacer aquí quiera leerla mucha gente, esa esperanza tengo, voy a pelear, en el buen sentido de la palabra por supuestísimo,  para que me leais, una felicidad es que este blog de este humilde servidor sea cada vez mas leido y tal vez algun día pueda hablarse de el.

Un fuerte abrazo para todos y todas.


jueves, 5 de marzo de 2015

Perrito de bratwurst con toques exóticos (De www.mis-recetas.org)

Perrito de bratwurst con toques exóticos

(Fuente www.mis-recetas.org)

Ingredientes (1 comensal)

  • salchicha bratwurst
  • 1 hoja de lechuga
  • 1 panecillo para perritos
  • 2 rodajas de piña
  • 2 cucharadas de mostaza
  • 2 cucharadas de ketchup
  • 1 cucharada de curry
  • Cebolla crujiente

Cómo hacer Perrito de bratwurst con toques exóticos paso a paso


Mezclamos la mostaza con la piña triturada
Mezclamos el ketchup con el curry
Colocamos una cama de lechuga y sobre ella el bratwurst bien cocinado
Añadimos la cebolla crujiente y la piña cortada y ya está listo para salsear
  1. Comenzamos preparando los ingredientes y para ello picamos la lechuga en juliana y una de las rodajas de piña en trozos menudos.
  2. Machacamos la piña troceada hasta obtener un puré que mezclamos con la mostaza. También, mezclamos el ketchup con el curry y reservamos.
  3. En una plancha pasamos la salchicha hasta que quede doradita.
  4. Abrimos el pan por la mitad, hacemos una cama con la lechuga, colocamos encima la salchicha bien caliente y añadimos una rodaja de piña picada y la cebolla crujiente.
  5. Salseamos con la mostaza de piña y con el kepchut de curry y servimos de inmediato.

lunes, 2 de marzo de 2015

Las furias y las penas-Pablo Neruda

.Hay en mi corazón furias y penas...
Quevedo


En el fondo del pecho estamos juntos,
en el cañaveral del pecho recorremos
un verano de tigres,
al acecho de un metro de piel fría,
al acecho de un ramo de inaccesible cutis, con la boca olfateando sudor y venas verdes nos encontramos en la húmeda sombra que deja caer besos.
Tú mi enemiga de tanto sueño roto de la misma manera que erizadas plantas de vidrio, lo mismo que campanas deshechas de manera amenazante, tanto como disparos de hiedra negra en medio del perfume, enemiga de grandes caderas que mi pelo ha tocado con un ronco rocío, con una lengua de agua, no obstante el mudo frío de los dientes y el odio de los ojos, y la batalla de agonizantes bestias que cuidan el olvido, en algún sitio del verano estamos juntos acechando con labios que la sed ha invadido.
Si hay alguien que traspasa
una pared con círculos de fósforo
y hiere el centro de unos dulces miembros y muerde cada hoja de un bosque dando gritos, tengo también tus ojos de sangrienta luciérnaga capaces de impregnar y atravesar rodillas y gargantas rodeadas de seda general.
Cuando en las reuniones
el azar, la ceniza, las bebidas,
el aire interrumpido,
pero ahí están tus ojos oliendo a cacería,
a rayo verde que agujerea pechos,
tus dientes que abren manzanas de las que cae sangre,
tus piernas que se adhieren al sol dando gemidos,
y tus tetas de nácar y tus pies de amapola,
como embudos llenos de dientes que buscan sombra,
como rosas hechas de látigo y perfume, y aun,
aun más, aun más,
aun detrás de los trajes y los viajes, en las calles donde la
gente orina,
adivinas los cuerpos,
en las agrias iglesias a medio destruir, en las cabinas que el
mar lleva en las manos, acechas con tus labios sin embargo floridos, rompes a cuchilladas la madera y la plata, crecen tus grandes venas que asustan: no hay cáscara, no hay distancia ni hierro, tocan manos tus manos, y caes haciendo crepitar las flores negras.
Adivinas los cuerpos!
Como un insecto herido de mandatos, adivinas el centro de la sangre y vigilas los músculos que postergan la aurora, asaltas sacudidas, relámpagos, cabezas, y tocas largamente las piernas que te guían.
Oh, conducida herida de flechas especiales!
Hueles lo húmedo en medio de la noche?
O un brusco vaso de rosales quemados?
Oyes caer la ropa, las llaves, las monedas en las espesas casas donde llegas desnuda? Mi odio es una sola mano que te indica el callado camino, las sábanas en que alguien ha dormido con sobresalto: llegas y ruedas por el suelo manejada y mordida, y el viejo olor del semen como una enredadera de cenicienta harina se desliza a tu boca.
Ay leves locas copas y pestañas,
aire que inunda un entreabierto río
como una sol- paloma de colérico cauce,
como atributo de agua sublevada,
ay sustancias, sabores, párpados de ala viva
con un temblor, con una ciega flor temible,
ay graves, serios pechos como rostros,
ay grandes muslos llenos de miel verde,
y talones y sombra de pies, y transcurridas
respiraciones y superficies de pálida piedra,
y duras olas que suben la piel hasta la muerte
llenas de celestiales harinas empapadas.
Entonces, este río
va entre nosotros, y por una ribera
vas tú mordiendo bocas?

Entonces es que estoy verdaderamente, verdaderamente lejos
y un río de agua ardiendo pasa en lo oscuro?
Ay cuántas veces eres la que el odio no nombra,
y de qué modo hundido en las tinieblas,
y bajo qué lluvias de estiércol machacado
tu estatua en mi corazón devora el trébol.

El odio es un martillo que golpea tu traje
y tu frente escarlata,
y los días del corazón caen en tus orejas
como vagos buhos de sangre eliminada,
y los collares que gota a gota se formaron con lágrimas
rodean tu garganta quemándote la voz como un hielo.

Es para que nunca, nunca
hables, es para que nunca, nunca
salga una golondrina del nido de la lengua
y para que las ortigas destruyan tu garganta
y un viento de buque áspero te habite.

En dónde te desvistes?
En un ferrocarril, junto a un peruano rojo
o con un segador, entre terrones, a la violenta
luz del trigo?
O corres con ciertos abogados de mirada terrible
largamente desnuda a la orilla del agua de la noche?
Miras: no ves la luna ni el jacinto
ni la oscuridad goteada de humedades,
ni el tren de cieno, ni el marfil partido:
ves cinturas delgadas como oxígeno,
pechos que aguardan acumulando peso
e idéntica al zafiro de lunar avaricia
palpitas desde el dulce ombligo hasta las rosas.

Por qué sí? Por qué no? Los días descubiertos
aportan roja arena sin cesar destrozada
a las hélices puras que inauguran el día,
y pasa un mes con certeza de tortuga,
pasa un estéril día,
pasa un buey, un difunto,
una mujer llamada Rosalía,
y no queda en la boca sino un sabor de pelo
y de dorada lengua que con sed se alimenta.
Nada sino esa pulpa de los seres,
nada sino esa copa de raíces.

Yo persigo como en un túnel roto, en otro extremo
carne y besos que debo olvidar injustamente,
y en las aguas de espaldas, cuando ya los espejos
avivan el abismo, cuando la fatiga, los sórdidos relojes
golpean a la puerta de hoteles suburbanos, y cae
la flor de papel pintado, y el terciopelo cagado por las ratas
la cama
cien veces ocupada por miserables parejas, cuando
todo me dice que un día ha terminado, tú y yo
hemos estado juntos derribando cuerpos,
construyendo una casa que no dura ni muere,
tú y yo hemos hecho temblar otra vez las luces verdes
y hemos solicitado de nuevo las grandes cenizas.

Recuerdo sólo un día
que tal vez nunca me fue destinado,
era un día incesante,
sin orígenes, Jueves.
Yo era un hombre trasportado al acaso
con una mujer hallada vagamente,
nos desnudamos
como para morir o nadar o envejecer
y nos metimos uno dentro del otro,
ella rodeándome como un agujero,
yo quebrantándola como quien
golpea una campana,
pues ella era el sonido que me hería
y la cúpula dura decidida a temblar.

Era una sorda ciencia con cabello y cavernas
y machacando puntas de médula y dulzura
he rodado a las grandes coronas genitales
entre piedras y asuntos sometidos.
Éste es un cuento de puertos adonde
llega uno, al azar, y sube a las colinas,
suceden tantas cosas.

Enemiga, enemiga
es posible que el amor haya caído al polvo
y no haya sino carne y huesos velozmente adorados
mientras el fuego se consume
y los caballos vestidos de rojo galopan al infierno?

Yo quiero para mí la avena y el relámpago
a fondo de epidermis,
y el devorante pétalo desarrollado en furia,
y el corazón labial del cerezo de junio,
y el reposo de lentas barrigas que arden sin dirección,
pero me falta un suelo de cal con lágrimas
y una ventana donde esperar espumas.

Así es la vida,
corre tú entre las hojas, un otoño
negro ha llegado,
corre vestida con una falda de hojas y un cinturón de metal amarillo,
mientras la neblina de la estación roe las piedras.
Corre con tus zapatos, con tus medias,
con el gris repartido, con el hueco del pie, y con esas mannos
que el tabaco salvaje adoraría,
golpea escaleras, derriba
el papel negro que protege las puertas,
y entra en medio del sol y la ira de un día de puñales
a echarte como paloma de luto y nieve sobre un cue4rpo.

Es una sola hora larga como una vena,
y entre el ácido y la paciencia del tiempo arrugado
transcurrimos,
apartando las sílabas del miedo y la ternura,
interminablemente exterminados.

Pablo Neruda